martes, 27 de diciembre de 2011

Violencia machista, señora Mato

A la atención de la ministra Ana Mato,

ayer usted hizo referencia a la violencia contra la mujer con un "violencia en el ámbito familiar". A decir verdad usted puede decir lo que quiera, ¿por qué no? Somos libres de expresar nuestras opiniones pero me gustaría hacerle una breve consideración.

Los hombres (y mujeres) que se amparan en el "es mía", "en mi casa se hace lo que yo diga" o "nadie tiene por qué intervenir en la vida de una pareja" estarán encantados de esta terminología. Acabamos diciéndoles que este tipo de maltrato- físico o psicológico- se ejerce en el ámbito familiar. Y ya está. Pero no es así. Sabemos que la violencia o desprecio hacia la mujer no se ejerce tan sólo en el seno doméstico ni tan sólo a través de familiares.

Por ello le pido que hagamos un esfuerzo entre todos y especialmente todas. Por no desandar un gran paso conseguido por muchos colectivos que llevan trabajando demasiados años en contra de esta lacra. Porque desde la política y desde los medios de comunicación seamos un poco más responsables para concienciar mejor a la ciudadanía.

Las mujeres que sufren este terrorismo son víctimas de la violencia machista o de la violencia contra la mujer. Dejemos ya apartados los términos como de género o familiar, porque sabemos que no es correcta esta terminología. Esta nota no pretende ir en contra de la ministra, sino ser un aviso a navegantes: políticos y políticas, escritores y escritoras, periodistos y periodistas, profesores y profesoras...y un largo etecé de profesionales que están contribuyendo a la educación de la sociedad.

Es muy fácil: machista o contra la mujer. ¿Por qué no lo usamos con propiedad? Es sencillísimo y apuesto a que con la ayuda de todos y todas será mucho más fácil acabar con esta lacra.

Un saludo,

Absurda Cenicienta

lunes, 26 de diciembre de 2011

¿Un comportamiento ejemplar?

En día 24 de diciembre, Nochebuena, sabemos que a las nueve de la noche todos los españolitos tenemos una cita obligatoria con don Juan Carlos. Ese discurso que caiga la que caiga dice algo así como "nos llena de orgullo y satisfacción".

Este 2011 no iba a ser diferente. Con un discurso más largo de lo habitual (o al menos es la sensación que me dio) tocó temas importantes para la ciudadanía. Habló de crisis, habló de fin del terrorismo, habló de unidad y de un largo etecé. Me gustaría destacar que en la mesita que normalmente tiene un retrato de la Familia Real al completo o al menos de los nietos y nietas, esta vez tenía la foto de la Investidura de Mariano Rajoy como actual presidente de nuestro país. Una foto sobria, donde predominaban los trajes, y se veía tres siluetas: Rajoy, el Rey y Zapatero. Me pareció algo muy acertado para hablar de unión.

Aunque supongo que la elección no era azarosa y se trataba más bien de no mostrar una imagen vinculada a su yerno Urdangarín por el presunto caso de corrupción que le salpica por su actividad con entidades supuestamente sin ánimo de lucro. El Rey, que ya apartó a Iñaki Urdangarín del círculo Real en los últimos días, hizo una silente referencia con un "todos somos iguales ante la ley" y comentando que las personas que ejercen un cargo público deben tener un comportamiento ejemplar. Calificativo que utilizó para hablar de su yerno hace unos días con un "su actitud no ha sido del todo ejemplar".

A pesar de que considero que el gesto es muy aceptable no me dijo nada que no supiera. Sí, todos somos iguales ante la ley, o al menos eso dice la Constitución. Y sí, las personas con cargo público se presupone que deben tener un comportamiento ejemplar. Pero, ¿es realmente igual? Porque si fuera igual esta persona a punto de ser imputada (o eso dicen) no debería estar recluida en Washington. Porque si fuera verdad la Infanta Cristina también tendría algo que decir o, ¿una mujer tan preparada y formada no hace preguntas cuando llegan los millones a casa? ¿No tendría nada que testificar aunque fuera? Y, desde luego, lo que eché de menos es un poco de autocrítica. El Rey habla de comportamiento no ejemplar por parte de su yerno pero, ¿hasta qué punto ha sido ejemplar el suyo? Porque él sabía de sus negocios desde 2007 y por ello decidió apartar a los Duques de Palma durante una temporada de la esfera mediática y apartarlos en Estados Unidos. ¿Me está diciendo que esa es una actitud ejemplar?

Es triste que hayamos tenido que esperar 36 años para que la Casa Real decida regalarnos algo de transparencia. Antes de finalizar el año podremos ver en qué se gastan el grueso de la partida que les corresponde de los Presupuestos del Estado. La friolera cifra de 8.4 millones de euros, que en una situación de crisis como la actual asusta un poco más. Aviso para navegantes: serán trazos gruesos. Y es que parece que por primera vez en más de tres décadas la Monarquía española necesita reforzar su imagen porque temen poder perder el apoyo de la ciudadanía.

Equivocarse es de humanos, lo importante es reconocer los errores, ser autocríticos y consecuentes.
Me llena de orgullo y satisfacción desearos unas Felices Fiestas.

Bon Nadal,
Absurda Cenicienta

lunes, 12 de diciembre de 2011

Que el ritmo no pare...

Cuando era pequeña adoraba enfundarme mi mallot rosa, controlar mi pelo con un lazo, ponerme las punteras y pasar la tarde con mis amigas. Era igual que las demás. Me sentía bonita, una auténtica princesita que se movía al son de la música y con su cuerpo dibujaba elegantes piruetas. Recuerdo que me encantaba hacer las coreografías con pelota. Adoraba la gimnasia rítmica hasta que se acabó.

Después deposité todas mis energías en la natación. Me gustaba sentir el agua. Tan sólo importaban mis movimientos y mi respiración. Recuerdo que me gustaba sentirme libre, zambulléndome y recorriendo rápido las calles para sentirme bien, por mí y por mi espalda. Pero al llegar al Club de Natación me exigían una rutina que no estaba dispuesta a aguantar mucho tiempo. Eran reglas, exigencias, metros por metros. Se esfumaba la magia de flotar, eran obligaciones de algo que tenía que ser un juego, un escape, un sentimiento de libertad. Y me sentía ahogada, y nunca mejor dicho.

Acabé en las manos del gimnasio. Descubrí el aerobic y reviví los sentimientos de la gimnasia rítmica. Era increíble y poco a poco comenzó a gustarme más y más. No me conformaba con las clases de aerobic. Quería más. Luego me quedaba a las clases de Body-Pump y me sentía bien. Bien conmigo misma. Las manías desaparecían al menos mientras sonaba la música y daba de mí el cien por cien en cada sesión.

Tuve que dejarlo por la operación de mi rodilla y ya nunca volvió a ser lo mismo. Lo intenté pero tuve que abandonar el step y sufría con muchos movimientos. Entre eso y los exámenes del instituto con mis "adoradas" matemáticas y química, tuve que dejarlo apartado.

Y luego llegué por casualidad a un nuevo gimnasio en Scarborough (England). Trabajaba allí ese verano y me sentía un poco sola. Fui al mejor de todos, ya que allí los centros deportivos no son como los españoles. Poco a poco empecé a sentirme bien, a recobrar las energías y a sentirme más viva. Fue increíble todo lo que me ayudó ese verano ese lugar.

Y, ahora, muchos años después, es otro gimnasio de mi pueblo el que me devuelve las fuerzas. Cuando todo alrededor parece que tiembla, allí me supero. En medio del microcosmos que se crea, voy avanzando poco a poco. Cuando no consigo que ningún medio me conteste, cuando sigo sin encontrar una salida a esta situación precaria del periodismo...me supero. Avanzo un poco más. No muy deprisa, pero constante. Un poquito más lejos cada día.

Y noto el corazón más relajado, los pulmones más tranquilos, el pulso más pausado y, sobre todo, la cabeza más fuerte. No física, sino mentalmente. ¿Puedes? Por supuesto que puedes. Me miro en el reflejo del cristal al caer la luz y sonrío. Sigo sin parar hasta no poder más. Porque sé que puedo, porque es un pequeño reto que me demuestra que soy capaz de hacer lo que crea.

Y todo esto es gracias al deporte. Gracias por haber estado ahí siempre que lo he necesitado. De todo esto me he dado cuenta hoy corriendo en la cinta al dejar la mente en blanco y pensar todo lo que me ha aportado anímicamente siempre el deporte.

¡Que el ritmo no pare!
Absurda Cenicienta

sábado, 10 de diciembre de 2011

Ocho décadas de voto femenino (en teoría)

El día 1 de octubre de 1931 Clara Campoamor- diputada socialista pero, ante todo, defensora de los derechos fundamentales de la mujer- haciendo caso omiso a algunos de sus compañeros de escaño dio un discurso brillante donde exigía el derecho de voto para la mujer.

Esta abogada, escritora y política marcó un antes y un después en nuestro tiempo. Al menos para las mujeres. Contra todo pronóstico, ya estábamos allí. Ya podíamos decidir. Ya contaba nuestra voz y nuestro voto. Ya empezábamos a ser un poquito más iguales. Comenzaba ese despertar real en la sociedad, ¿por qué tratarnos como diferentes?

Unos meses después, el 9 de diciembre de 1931, Las Cortes aprobaron el sufragio universal. 161 votos a favor, frente a los 121 en contra. En toda la Cámara de representantes tan sólo había tres mujeres. Una de ellas era Clara Campoamor y otra Victoria Kent, que defendía el aplazamiento del sufragio universal para cuando las mujeres se desligaran de la Iglesia y de sus maridos.

Sin embargo, pronto llegó la Guerra Civil y truncó el sueño de muchas mujeres. Tuvimos que esperar hasta 1975 para que las mujeres españolas conseguieran plena capacidad jurídica.

Y, para concluir, nada mejor que el discurso de Clara Campamor.

Señores diputados: lejos yo de censurar ni de atacar las manifestaciones de mi colega, señorita Kent, comprendo, por el contrario, la tortura de su espíritu al haberse visto hoy en trance de negar la capacidad inicial de la mujer. Creo que por su pensamiento ha debido de pasar, en alguna forma, la amarga frase de Anatole France cuando nos habla de aquellos socialistas que, forzados por la necesidad, iban al Parlamento a legislar contra los suyos.



Respecto a la serie de afirmaciones que se han hecho esta tarde contra el voto de la mujer, he de decir, con toda la consideración necesaria, que no están apoyadas en la realidad. Tomemos al azar algunas de ellas. ¿Que cuándo las mujeres se han levantado para protestar de la guerra de Marruecos? Primero: ¿y por qué no los hombres? Segundo: ¿quién protestó y se levantó en Zaragoza cuando la guerra de Cuba más que las mujeres? ¿Quién nutrió la manifestación pro responsabilidades del Ateneo, con motivo del desastre de Annual, más que las mujeres, que iban en mayor número que los hombres?


¡Las mujeres! ¿Cómo puede decirse que cuando las mujeres den señales de vida por la República se les concederá como premio el derecho a votar? ¿Es que no han luchado las mujeres por la República? ¿Es que al hablar con elogio de las mujeres obreras y de las mujeres universitarias no está cantando su capacidad? Además, al hablar de las mujeres obreras y universitarias, ¿se va a ignorar a todas las que no pertenecen a una clase ni a la otra? ¿No sufren éstas las consecuencias de la legislación? ¿No pagan los impuestos para sostener al Estado en la misma forma que las otras y que los varones? ¿No refluye sobre ellas toda la consecuencia de la legislación que se elabora aquí para los dos sexos, pero solamente dirigida y matizada por uno? ¿Cómo puede decirse que la mujer no ha luchado y que necesita una época, largos años de República, para demostrar su capacidad? Y ¿por qué no los hombres? ¿Por qué el hombre, al advenimiento de la República, ha de tener sus derechos y han de ponerse en un lazareto los de la mujer?


Pero, además, señores diputados, los que votasteis por la República, y a quienes os votaron los republicanos, meditad un momento y decid si habéis votado solos, si os votaron sólo los hombres. ¿Ha estado ausente del voto la mujer? Pues entonces, si afirmáis que la mujer no influye para nada en la vida política del hombre, estáis –fijaos bien– afirmando su personalidad, afirmando la resistencia a acatarlos. ¿Y es en nombre de esa personalidad, que con vuestra repulsa reconocéis y declaráis, por lo que cerráis las puertas a la mujer en materia electoral? ¿Es que tenéis derecho a hacer eso? No; tenéis el derecho que os ha dado la ley, la ley que hicisteis vosotros, pero no tenéis el derecho natural fundamental, que se basa en el respeto a todo ser humano, y lo que hacéis es detentar un poder; dejad que la mujer se manifieste y veréis como ese poder no podéis seguir detentándolo.


No se trata aquí esta cuestión desde el punto de vista del principio, que harto claro está, y en vuestras conciencias repercute, que es un problema de ética, de pura ética reconocer a la mujer, ser humano, todos sus derechos, porque ya desde Fitche, en 1796, se ha aceptado, en principio también, el postulado de que sólo aquel que no considere a la mujer un ser humano es capaz de afirmar que todos los derechos del hombre y del ciudadano no deben ser los mismos para la mujer que para el hombre. Y en el Parlamento francés, en 1848, Victor Considerant se levantó para decir que una Constitución que concede el voto al mendigo, al doméstico y al analfabeto –que en España existe– no puede negárselo a la mujer. No es desde el punto de vista del principio, es desde el temor que aquí se ha expuesto, fuera del ámbito del principio –cosa dolorosa para un abogado–, como se puede venir a discutir el derecho de la mujer a que sea reconocido en la Constitución el de sufragio. Y desde el punto de vista práctico, utilitario, ¿de qué acusáis a la mujer? ¿Es de ignorancia? Pues yo no puedo, por enojosas que sean las estadísticas, dejar de referirme a un estudio del señor Luzuriaga acerca del analfabetismo en España.


Hace él un estudio cíclico desde 1868 hasta el año 1910, nada más, porque las estadísticas van muy lentamente y no hay en España otras. ¿Y sabéis lo que dice esa estadística? Pues dice que, tomando los números globales en el ciclo de 1860 a 1910, se observa que mientras el número total de analfabetos varones, lejos de disminuir, ha aumentado en 73.082, el de la mujer analfabeta ha disminuido en 48.098; y refiriéndose a la proporcionalidad del analfabetismo en la población global, la disminución en los varones es sólo de 12,7 por cien, en tanto que en las hembras es del 20,2 por cien. Esto quiere decir simplemente que la disminución del analfabetismo es más rápida en las mujeres que en los hombres y que de continuar ese proceso de disminución en los dos sexos, no sólo llegarán a alcanzar las mujeres el grado de cultura elemental de los hombres, sino que lo sobrepasarán. Eso en 1910. Y desde 1910 ha seguido la curva ascendente, y la mujer, hoy día, es menos analfabeta que el varón. No es, pues, desde el punto de vista de la ignorancia desde el que se puede negar a la mujer la entrada en la obtención de este derecho.


Otra cosa, además, al varón que ha de votar. No olvidéis que no sois hijos de varón tan sólo, sino que se reúne en vosotros el producto de los dos sexos. En ausencia mía y leyendo el diario de sesiones, pude ver en él que un doctor hablaba aquí de que no había ecuación posible y, con espíritu heredado de Moebius y Aristóteles, declaraba la incapacidad de la mujer.


A eso, un solo argumento: aunque no queráis y si por acaso admitís la incapacidad femenina, votáis con la mitad de vuestro ser incapaz. Yo y todas las mujeres a quienes represento queremos votar con nuestra mitad masculina, porque no hay degeneración de sexos, porque todos somos hijos de hombre y mujer y recibimos por igual las dos partes de nuestro ser, argumento que han desarrollado los biólogos. Somos producto de dos seres; no hay incapacidad posible de vosotros a mí, ni de mí a vosotros.


Desconocer esto es negar la realidad evidente. Negadlo si queréis; sois libres de ello, pero sólo en virtud de un derecho que habéis (perdonadme la palabra, que digo sólo por su claridad y no con espíritu agresivo) detentado, porque os disteis a vosotros mismos las leyes; pero no porque tengáis un derecho natural para poner al margen a la mujer.


Yo, señores diputados, me siento ciudadano antes que mujer, y considero que sería un profundo error político dejar a la mujer al margen de ese derecho, a la mujer que espera y confía en vosotros; a la mujer que, como ocurrió con otras fuerzas nuevas en la revolución francesa, será indiscutiblemente una nueva fuerza que se incorpora al derecho y no hay sino que empujarla a que siga su camino.


No dejéis a la mujer que, si es regresiva, piense que su esperanza estuvo en la dictadura; no dejéis a la mujer que piense, si es avanzada, que su esperanza de igualdad está en el comunismo. No cometáis, señores diputados, ese error político de gravísimas consecuencias. Salváis a la República, ayudáis a la República atrayéndoos y sumándoos esa fuerza que espera ansiosa el momento de su redención.
Cada uno habla en virtud de una experiencia y yo os hablo en nombre de la mía propia. Yo soy diputado por la provincia de Madrid; la he recorrido, no sólo en cumplimiento de mi deber, sino por cariño, y muchas veces, siempre, he visto que a los actos públicos acudía una concurrencia femenina muy superior a la masculina, y he visto en los ojos de esas mujeres la esperanza de redención, he visto el deseo de ayudar a la República, he visto la pasión y la emoción que ponen en sus ideales. La mujer española espera hoy de la República la redención suya y la redención del hijo. No cometáis un error histórico que no tendréis nunca bastante tiempo para llorar; que no tendréis nunca bastante tiempo para llorar al dejar al margen de la República a la mujer, que representa una fuerza nueva, una fuerza joven; que ha sido simpatía y apoyo para los hombres que estaban en las cárceles; que ha sufrido en muchos casos como vosotros mismos, y que está anhelante, aplicándose a sí misma la frase de Humboldt de que la única manera de madurarse para el ejercicio de la libertad y de hacerla accesible a todos es caminar dentro de ella.
Señores diputados, he pronunciado mis últimas palabras en este debate. Perdonadme si os molesté, considero que es mi convicción la que habla; que ante un ideal lo defendería hasta la muerte; que pondría, como dije ayer, la cabeza y el corazón en el platillo de la balanza, de igual modo Breno colocó su espada, para que se inclinara en favor del voto de la mujer, y que además sigo pensando, y no por vanidad, sino por íntima convicción, que nadie como yo sirve en estos momentos a la República española.

Ochenta años desde que las mujeres tienen derecho a votar en España. Desde aquí mi más sincero y profundo agradecimiento a todas las personas que lucharon por ello, especialmente a la fuerza, dignidad e integridad de Clara Campoamor. Un ejemplo de lucha y trabajo.

Ochenta años que quitando los años de dictadura franquista nos quedamos en cuatro décadas. Pero es un comienzo y ahora lo importante es seguir adelante sin mirar hacia atrás. Exigir lo que realmente y por derecho nos corresponde o nos debería corresponder. Sin amilanarnos.

Absurda Cenicienta




sábado, 3 de diciembre de 2011

Nenitas...this is for you!

Hoy me gustaría dedicar una entrada a ellas. Ellas son unas princesitas rebeldes, cabezonas y con una preciosa sonrisa. Las mejores en escuchar y hacer pasar los ratos. Las mejores en animar y las mejores en permanecer ahí año tras año. También las mejores en su campo profesional.

Son especialistas en la vida de las demás. Confidentes de secretos y grandes consejeras. Son aquellas con las que sabes que otro mundo es posible y que la vida sería mejor si ellas estuvieran al mando. Buenas y dulces por naturaleza, saben desintegrar con una carcajada cualquier complejo.

Especialistas en abrir el baúl de los recuerdos para hablar de cualquier momento que hayamos pasado juntas. No alcanzamos el cuarto de siglo pero nos conocemos desde hace dos décadas. Juntas hemos celebrado cumpleaños, aprendido a leer y a escribir. Hemos quemado las fallas del colegio y nos hemos disfrazado de dinosaurios o hadas (¡que vida el CP Miguel de Cervantes!).

Hemos aprendido a tocar la canción del Titanic con la flauta y hemos hecho obras de teatro que quedan en el recuerdo. Play- backs y canciones que mejor no revivir (la gente pasa de mi...) y cajas con goma de borrar vete tú a saber para qué. Más mayores hemos puesto nombres estúpidos a los chicos que nos gustaban y nos hemos reído de nuestros fracasos amorosos desde la distancia.

Hemos pasado viernes en Bonaire y cumpleaños en el Bar Diego. Hemos compartido confidencias, nervios e historias para parar un tren. Conciertos en la Plaza de Toros y firmas de discos. Hemos sido groupies de algunos cantantes para acompañar a las otras. Por tantos y tantos momentos.

Cada una somos de una manera, tan sólo hace falta ver cómo esperamos que sea nuestro futuro o cómo queremos el café. Nos gusta reírnos de las excentricidades de las demás pero, a pesar de todo, me gusta saber que aunque lleve un coro rociero ellas vendrán a mi boda sin quedarse en el bar.

Tienen fuertes convicciones ideológicas y me encanta oírlas hablar de política. No siempre pensamos igual. A veces discutimos y nos indignamos porque las cosas no van mejor. Buscamos alternativas y nos animamos unas a las otras, porque confiamos en la valía de las demás.

Aunque en el algún momento me haya distanciado, ellas han estado ahí. Han estado, están y estarán. Siempre lo han hecho. Ellas son así. Nunca me han recriminado nada. Todo lo contrario, siempre han sabido recibirme por los brazos abiertos y una enorme sonrisa.

Por todo eso y más hoy les quiero dedicar este post. Porque aunque no siempre se lo diga soy muy afortunada de tenerlas a mi lado. Son unas mujeres increíbles a las que adoro. 

Nenitas...os quiero.

Absurda Cenicienta