viernes, 6 de julio de 2012

Microcosmos multicultural


Hace dos semanas aterricé en Bruselas y, desde entonces, he vivido una grata experiencia alejada de los tópicos. Bélgica es un país multicultural, donde conviven sin ningún tipo de problemas argelinos, ingleses, latinos y, por supuesto, belgas y franceses. Nadie mira al prójimo con recelo, es fácil convivir en este país que acoge con los brazos abiertos a todos y todas.

Viviendo esta situación siento repugnancia del escenario que se vive en mi país, donde muchos españolitos y españolitas critican a rumanos, latinos y árabes por venir. Dicen que nos van a quitar el pan, que vienen para quitarnos el trabajo.

¿Qué hago yo en Bruselas? Buscar la oportunidad laboral que mi querida patria no me brinda. Soy extranjera y me siento como en casa, gracias a estar en un país y una ciudad que no inician una caza de brujas contra mí aunque haya venido para intentar conseguir un trabajo digno.

En España mucha gente mira con cautela a la gente de color, mientras que aquí he visto a más personas de tez morena que a rubios blancuchos como yo. En España son bien recibidos los nórdicos pero no los árabes, ¿por qué? Sin embargo aquí conviven en perfecta armonía. ¡Cuánto nos queda por aprender!

Tal vez sea porque pertenezco a una familia emigrante, nunca he sido una persona racista. Ahora que he tenido que irme de casa para intentar poder desarrollarme como periodista, de cuya decisión estoy muy contenta y satisfecha, siento que una generación más en mi familia haya tenido que alejarse de su tierra.

Siento pena, pero optimismo por el futuro. Y, ante todo, siento alegría porque a pesar de ser extranjera, me siento parte de este microcosmos multicultural. Por eso os pido que a la próxima vez que os atreváis a criticar a alguien que viene de fuera, penséis que no es plato de buen gusto dejar todo lo que quieres para iniciar una nueva vida a kilómetros de distancia.

Absurda Cenicienta