domingo, 21 de febrero de 2010

Al final del túnel.

Ella no podía más. Era uno de esos días en los que le dolía el alma tan sólo por caminar. Uno de esos momentos en los que el agotamiento ganaba la batalla. Uno de esos días en los que se busca la complicidad de una persona que te haga sonreír y olvidar los problemas.

Sin embargo, en aquellos precisos instantes se encontraba más sola que nunca. Rodeada de miles de personas que giraban en torno a ella, pero necesitaba gritar para no ahogarse en la soledad. A lo largo de los últimos años había tenido que renunciar a muchas cosas para conservar algunas amistades muy importantes para ella. Sin embargo, no había conseguido su objetivo. Tan rápido como aparecieron, se fueron. Fugaces como estrellas, y a la vez tan permanentes en su ser como los propios astros. Pasarán millones de años antes de que desaparezca su luz.

Ella había malgastado demasiado tiempo creando su particular historia de fantasía. Sin embargo, era tan real que a menudo creía que estaba escribiendo su propio devenir. Seguía su camino con paso firme, sin dar tumbos. Y al final del túnel alcanzó a ver una sombra que le esperaba con los brazos abiertos. En cuanto se tuvieron uno frente al otro, él la estrechó contra su pecho. Fue entonces cuando ella oyó el latido de su corazón. Elevó la mirada para observar su rostro, pero una dulce brisa animó la estática escena, invitando a los personajes a fundirse en un beso infinito.

Mientras tanto, un paso por detrás, sonreían dos personas. Sus confidentes. Aquellos con los que ella había compartido su día a día desde hacía ya varios años. Aquellos que nunca le habían fallado. Aquellos que día tras día le sonreían, le animaban, le daban un abrazo y le contaban una historia divertida. Aquellos con los que hacer una breve escapada era dar un soplo de aire fresco a la vida. Aquellos que hacían que la vida fuera más bonita. Aquellos que tal vez no sepan lo importantes que eran para ella. Pero lo son.

Y por ello estaban allí, al final del túnel. Para hacerle ver la luz. Para animarle el día.

Absurda Cenicienta.

2 comentarios:

  1. Al margen del valor que pueda tener el texto en sí por lo que significa, las palabras son aire en tus manos, Absurda. Sigue escribiendo así. Un beso

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  2. suscribo lo dicho por el tío ese que te ha comentado arriba
    yo también veo todos los días luz, aunque amanezcan negros...
    :)
    ya te tengo vigilada!

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