domingo, 11 de septiembre de 2011

Diez años de aquel 11-S

Una década desde aquel 11 de septiembre.
Difícil olvidar aquellas imágenes. Rabia y ganas de gritar. Impotencia contenida a kilómetros de distancia. Dicen que aquel día en el que tiraron las Torres Gemelas en pleno World Trade Center marcó un antes y un después a nivel social en nuestra sociedad globalizada.

Cada 11 de septiembre hablamos de cómo se encuentran a nivel psicológico las personas que vivieron de cerca aquel fatídico día. Nos conmueve saber cómo vivieron algunas de esas víctimas inocentes aquellas horas. Incluso leemos con atención y morbo las últimas palabras de muchas de las personas que ya no están aquí.

Sin embargo, cada 11 de septiembre volvemos a olvidarnos de la onda expansiva que supuso este día. La guerra contra el terrorismo que anunció el entonces presidente de los EEUU, George Bush. E incluso la instantánea del trío de las Azores. Si por un casual tenemos tiempo para ligar a los tres personajes, tal vez recordemos a las víctimas del atentado de trenes en Madrid o de Londres.

Y aquí entra mi indignación. Sí, por esto una también puede indignarse. ¿Por qué hay víctimas y víctimas? ¿Tienen más valor los muertos patrios que los extranjeros? ¿Es lícito declarar el estado de alarma e iniciar una guerra contra el terrorismo sabiendo que morirán muchos inocentes pero después indignarnos si somos el objetivo de algún atentado?

Porque aquel 11 de septiembre también fue eso. Fue Irak y fue Afganistán. Fueron oleadas de racismo en el continente americano y en Europa hacia el mundo islámico. Fueron miles de personas inocentes muertas en Irak. Fueron colegios y hospitales destruidos. Fue gente sin sus casas. Fue gente sin nada que comer. Fue miseria, hambre y guerra, que diría Llach.

Por eso en este 11 de septiembre quiero acordarme de todos. En primer lugar de las víctimas de aquel atentado, sin perdón alguno. Después a las víctimas que vinieron a continuación en los países aliados: en España y en Inglaterra. Pero, teniendo siempre muy presente, en tercer lugar no podemos olvidarnos de las víctimas, también inocentes, que causamos aquellos que íbamos a pelear contra el terrorismo.

Nos convertimos en verdugos en Irak. Dejamos que el racismo campara a sus anchas por nuestro país y permitimos que se extendiera aquella consiga de miedo hacia los musulmanes. Y eso, tampoco tiene perdón. Las revueltas árabes nos han dado una lección de humildad para que seamos conscientes de lo equivocados que estábamos.

No todos los árabes defienden a Al Qaeda (ni siquiera la mayoría), al igual que no todos los españoles apoyamos a la banda terrorista ETA.

Y al pensar en este día viene a mi cabeza un rap que hizo mi amigo Iñaki y en su día resonaba una y otra vez en mi cabeza. Al pensar en el 11-S, pienso en todo esto...
La culpa no la tienen los soldados guerrilleros,
ni todas esas personas que vivas se están matando.
La tienen esos señores, sentados en sus tronos,
tocándose los cojones como si nada.
Ellos ordenan que se mate y luego huyen,
¿por qué? No lo sé.
Saludos a Bush y a Sadam, que haya paz
y en España como no hay suficientes problemas
nuestro presi y nuestro rey están a favor de la guerra.
Luego vienen lágrimas cuando mueren periodistas en faena.
Porque se haga justicia; de las muertes en EEUU y en Irak.
Porque los verdaderos culpables no sólo son los que empuñan un fusil, sino los que ordenan que se lleven a cabo esas intervenciones y atentados
.
Tenéis cabida conjunta en esta entrada: descansad en paz.

Absurda Cenicienta

1 comentario: