viernes, 25 de noviembre de 2011

Nunca más...

Hoy es 25 de noviembre: Día Internacional contra la Violencia machista.
No, no voy a hacer un artículo para denunciar esta lacra, un terrorismo con el que convivimos día tras día.  No voy a hablar de las 54 mujeres que han muerto a manos de sus parejas o ex parejas en los que llevamos de año en nuestro país, como tampoco voy a hacerlo de las miles y miles de mujeres que denuncian diariamente. No voy a hacerlo por una cuestión muy sencilla: lo hago durante todo el año.

Hoy vuelvo a tener en mis manos una obra maestra. No será el Tirant lo Blanch de Joanot Martorell (aclaración para la señora Lola Johnson) o el Quijote de Miguel de Cervantes (por si las moscas, consellera). Pero es un libro que debería invadir las estanterías de cualquier librería y ser lectura obligatoria en los centros escolares. Ya os hablé en algún momento de él: "La Cenicienta que no quería comer perdices", de Nunila López.

¿Por qué creo que es tan importante? Porque es necesario que desde pequeñas sepamos que no necesitamos a ningún príncipe azul (o rojo). Que lo único que necesitamos es libertad y confianza en nosotras mismas para seguir nuestro camino. Porque el trazado de nuestra vida va en función del sendero que nosotras vayamos trazando. La vida ya se ocupará de ponernos obstáculos duros de superar como para tener que aguantar a mequetrefes que nos hagan la vida imposible.

Por ello tenemos que decirles que no. Que no somos la mujer de su vida. Ni hoy, ni mañana, ni nunca. Porque no somos ninguna posesión. Porque somos mujeres libres y no queremos un amor dependiente y posesivo. Somos capaces, capaces de amar de verdad con el placer y la libertad como bandera.

Porque nuestro lugar no está en la cocina: está donde nosotras queramos que esté. Porque no debemos derramar ni una lágrima más ni aguantar ni un día más su maltrato físico o psicológico. Tenemos que denunciar, tenemos que ser valientes y dar el paso. Es el momento de cambiar las cosas, el futuro está en nuestras manos.

Y, sobre todo, tenemos que ayudarnos unas a otras. Nada de consolar a una amiga que te cuente su calvario. Nada de apretar los dientes mientras oyes cómo tu padre pega a tu madre. Nada de caminar tranquila por la calle mientras eres testigo de cómo pegan a una mujer. NUNCA MÁS. Llamemos a la policía, pongámonos en contacto con el 016 (no deja rastro en la factura de teléfono), acompañemos a la víctima a denunciar y dejémosele cama para no dormir con su agresor.

Podemos cambiarlo. Démosle la espalda a los maltratadores.

Hoy más que nunca... Absurda Cenicienta

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