miércoles, 19 de enero de 2011

Descubriendo la escuela 'moderna'

El Gobierno ha propuesto no pagar con dinero público a los centros que separan a los alumnos y alumnas en diferentes centros educativos. Si esta reforma se aprobara más de 60 centros que segregan a los estudiantes en calidad de ser niños o niñas, la mayoría de ellos religiosos, dejarían de recibir subvenciones estatales. ¿La razón? El Ejecutivo se ampara en el artículo 84.3 de la LOE, que subraya que "en ningún caso habrá discriminación por sexo".

Una medida muy acertada. Pero teniendo en cuenta que estamos en el año 2011 tal vez quede un tanto obsoleta. Francisco Ferrer Guardia, ideólogo de la 'Escuela Moderna', ya defendía en 1901 la educación mixta. "El propósito de la enseñanza de referencia es que los niños de ambos sexos tengan idéntica educación, que por semejante manera desenvuelvan la inteligencia, purifiquen el corazón y templen sus voluntades, que la humanidad femenina y masculina se compenetren, desde la infancia".

Padres y madres no saben qué hacer. 'Este es un país de pandereta'. 'Menuda libertad la de estos socialistas'. 'Yo con mis impuestos hago lo que quiero'. Estas son algunos de los comentarios que hemos podido escuchar o ver en los diferentes medios de comunicación. Sin embargo, la cuestión es muy sencilla: todo aquel que quiera una educación diferenciadora para sus hijos e hijas, que pague un centro privado. ¿Qué sentido tiene que un Estado, favorable a la igualdad entre mujeres y hombres, aporte dinero a aquellos centros que segregan a sus alumnos? Ninguno. Al igual que tampoco lo tiene que desde el Estado, con el dinero de todos los contribuyentes, se subvencionen los centros concertados, cuando después se permiten el lujo de hacer una criba para su alumnado.

¿Por qué? Porque un centro concertado es una empresa privada que contrata a sus docentes a dedo (sin pasar por unas oposiciones ni competir con el resto de profesores y profesoras) pero que son pagados por el Estado, así como el mantenimiento del centro. Que los centros que sean privados tengan la capacidad para elegir al personal así como las condiciones de sus alumnos y alumnas (si quieren que sea mixto o no), pero lo que no se puede consentir es que los centros concertados hagan todo eso con el dinero del contribuyente.

Con una ley más dura en lo que concierne a la educación, los centros públicos adquirirían la dignidad que merecen y a los centros concertados se les daría la oportunidad de ser públicos o privados. Es muy hipócrita que el Estado subvencione a los centros concertados y, más aún, que los centros concertados religiosos como algunos de estos 60, crean que al convertirse en privados estarían limitando su libertad de elección.

Absurda Cenicienta

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