viernes, 21 de enero de 2011

La sociedad de la paradoja

La paradoja de nuestro tiempo es que tenemos edificios más altos y temperamentos más reducidos. Carreteras más anchas y puntos de vista más estrechos. Gastamos más pero tenemos menos. Compramos más pero disfrutamos menos. Tenemos casas más grandes y familias más pequeñas. Mayores comodidades y menos tiempo. Tenemos más grados académicos pero menos sentido común. Mayor conocimiento pero menor capacidad de juicio. Más expertos pero más problemas. Mejor medicina pero menor bienestar.
Bebemos demasiado. Fumamos demasiado. Despilfarramos demasiado. Reímos muy poco. Conducimos muy rápido. Nos enojamos demasiado. Nos esvelamos demasiado. Amanecemos cansados. Leemos muy poco, vemos demasiada televisión y oramos rara vez.
Hemos multiplicado nuestras posesiones pero reducido nuestros valrores. Hablamos demasiado, amamos demasiado poco y odiamos muy frecuentemente.
Hemos aprendido a ganarnos la vida, pero no a vivirla. Añadimos años a nuestros días, no vida a nuestros años. Hemos logrado ir y volver de la luna, pero se nos dificulta cruzar la calle para conocer a un nuevo vecino. Conquistamos el espacio exterior, pero no el interior.
Hemos limpiado el aire, pero contaminamos nuestra alma. Conquistamos el átomo, pero no nuestros prejuicios. Escribimos más, pero aprendemos menos. Planeamos más pero logramos menos. Hemos aprendido a apresurarnos, pero no a esperar. Producimos computadoras que pueden procesar mayor información y difundirla, pero nos comunicamos cada vez peor y menos.
Son tiempos de comidas rápidas y digestión lenta. De hombres de gran talla y cortedad de carácter. De enormes ganancias económicas y relaciones humanas superficiales. Hoy en día hay dos ingresos, pero más divorcios. Casas más lujosas, pero hogares rotos. Son tiempos de viajes rápidos, pañales desechables, moral descartable, cuerpos obesos y píldoras que hacen de todo. Son tiempos en que hay mucho en el escaparate pero poco en la bodega.
Estas son las reflexiones del conocido cómico americano George Carlin. Falleció hace dos años y durante sus más de cincuenta años encima de los escenarios denunció la hipocresía y doble moral de la sociedad.

Aprendamos a vivir. A disfrutar de cada minuto que se nos concede. Cultivemos nuestro interior. Formemos nuestra mente. Tengamos ansia de conocimiento para poder forjar nuestras propias convicciones. Aprendamos a tragar nuestro orgullo y ser capaces de amar. Cuidemos esas pequeñas cosas que hacen que la vida valga la pena. Y, desde luego, no le demos más importancia de la estrictamente necesaria a ser perfectos maniquíes. Con los años, todos calvos...

Absurda Cenicienta

1 comentario:

  1. Impresionante texto. Pensé que lo había escrito tú... qué razón tenía...

    www.hendayestyle.com

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